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Ese maldito CD y el amado vinilo

Ese maldito CD y el amado vinilo Hagamos un repasito histórico y curioso por el mundo de la música. Si los amantes del vinilo son algo incomprendidos –yo me incluyo en parte, puesto que me decanto por la calidad de los soportes digitales al servicio de la música-, siempre hay algún dato que puede hacer que les entendamos algo más.

Como en el cine, los efectos especiales son bien recibidos siempre y cuando el argumento no esté precisamente a su servicio. El efectismo de Hollywood contra el arte del relato. Pues bien, en la música sucede algo parecido con esto que cuento del vinilo y el CD –sin hablar ya del mp3-.

Cuando en los 90 apareció de forma popular el disco compacto –inventado en los 80 por la compañía japonesa Sony y la holandesa Philips-, sustituyó al vinilo y poco a poco, al cassette de mi época. Yo a eso de la cinta que se enrollaba y se enganchaba de vez en cuando le encuentro un rollito muy especial. Es lo que deben sentir los que crecieron con el vinilo. ¡Ay esos rebobinados con el bic a toda revolución! ¡Qué tiempos! Ahora sólo con un botón se pone al principio el CD o eliges directamente la canción que quieres.

Pero el ‘gran’ daño del CD vino por otro lado. De repente, el soporte de un disco podía albergar mucho más de los 40-45 minutos de media de un álbum LP de por entonces. De hecho, los primeros CD’s seguían esa norma, pero pronto se fueron hacia los 60 minutos. Desaparecía también el desgaste de la aguja del tocadiscos y de los cabezales del radiocassette. Sólo los románticos echan de menos el ruidicillo provocado por ellos. ¿Y cual fue la consecuencia? Pues que los discos se alargaron por imperativo comercial y con ello perdieron calidad. Ahora había que meter cuatro o cinco canciones más de golpe. ¿Y de dónde? Pues no del ingenio, desde luego. Extratimes (versiones en directo), maquetas previas a la grabación de estudio, versiones de temas anteriores remasterizados o bien retocados… y por supuesto, muchas canciones basuras. De ésas que uno desecha cuando puedes elegir los temas que quieres oír del disco.

Ahora, para hacer frente a la piratería, se hace algo ‘parecido’: más extratimes que no pueden ser copiados en el mismo formato de grabación, como vídeos en DVD o demás. Incluso prometen un folletín interior muy interesante, con entrevistas, detalles de la grabación y del grupo…

Que cada uno se quede con su formato fetiche. Reconozco que me costó un tiempo de rebeldía romántica hacerme con el CD para dejar mis cassettes. Pero al final terminé por pedir a amigos las versiones en digital para hacerme con una copia de más calidad. Que los cabezales desgastan mucho.

¿Cuál es tu formato preferido y tu experiencia?

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